No todo es lo que parece. La fina y blanca arena de las islas desiertas del Caribe son en realidad excrementos de pez loro.
El pez loro jorobado, que puede llegar a tener el tamaño de un corderito, come pólipos y algas coralinas, pero para conseguirlo necesita atravesar el duro esqueleto calcáreo que protege a los pólipos.
En la fotografía de arriba se puede observar los enormes dientes del pez, que funcionan como alicates. Gracias a esta dentadura, el pez consigue arrancar grandes trozos del coral para encontrar los pólipos. El esqueleto calcáreo queda reducido a una fina arena que los peces expulsan por el ano, ya que no la han podido digerir.
Gracias a las olas y a las corrientes marinas, esa arena se va acumulando haciendo islas. Así que si vas a alguna playa de alguna isla desierta del Caribe, recuerda que estás pisando los excrementos de algunos peces loro.