Como algunos de vosotros sabéis, desde poco antes de las Navidades (y ya estamos a mediados de febrero), mi vida es una locura. Compramos la “nueva” casa y nuestros fines de semana consisten básicamente en limpiar a fondo. En serio, no os podéis imaginar lo que es. De hecho ahora mismo tengo agujetas del tute que me pegué el sábado, cosa que no consigo con el gimnasio, increíble :s
La cuestión es que hace un par semanas unos familiares que tienen una casa en Nerpio nos propusieron ir para allá y la verdad es que no lo dudé. Además de que lo necesitaba por mi salud mental, había oído que era muy bonito, y vaya si lo era.
Está relativamente cerca de Murcia, a algo menos de dos horas, pero pertenece a la provincia de Albacete.
No es un lugar muy recomendable para los urbanitas porque el pueblo es bastante pequeño y no tiene mucho que ver, pero los alrededores son… preciosos.
Disfruté mucho de los paseos por las veredas de los ríos, del frío cortante en la cara (ya no me acordaba cómo era esa sensación, en Murcia estamos empalmando este año un verano con el siguiente), del olor a hierba mojada, del calor de la chimenea en la casa, del sabor de las nueces que recogí por los caminos… Nerpio está plagado de nogales, de rutas de senderismo… y de casas rurales (¿oís, gentes de campo como yo?).
Y como básicamente lo que hice fue eso (pasear, comer, descansar, dormir y vuelta a empezar, gracias a Dios), tampoco tengo mucho más que contaros. Tan sólo animaros a acercaros a este pequeño rincón del planeta porque vale la pena 😉
* Un dulce besito *