Por Andrés Di Giuseppe
Cuentan que el Sol y la Luna mantenían una relación a la distancia, cientos de miles eran los kilómetros que los separaban, pero, aun así, día y noche no dejaban de buscar un eclipse que los pusiera frente a frente:
S: Cual hechicera tenés la receta justa para encantarme;
L: Contás con los ingredientes justos para conquistarme.
S: Sin embargo, lo que más me atrae es lo indescifrable,
L: Lo inconcluso, lo secreto, lo impensable.
S: Mis inseguridades y tus “quizás” se enredan;
L: Mi escepticismo y tu amor por las novelas.
S: Nuestros satélites, el firmamento y lo inestable de tus estrellas.
L: Que te acercas, que me corro y que me alejo. Que te frenas, que te miro y que me espejo.
S: “¿Qué ves cuando me ves?” me pregunto y me quedo sin rumbo,
L: Hasta tu próximo roce que me devuelve el mundo…