Hemos visitado el turístico pueblo de Zarautz.
Empezamos nuestro viaje desde la estación de tren y nos adentramos en sus elegantes calles. Pasando por los parques y pequeños comercios llegamos al centro de la localidad. Una de las estrechas calles nos mostró el paisaje marino, y nos guió al interminable paseo marítimo.
Empezamos recorriendo el paseo hacia el oeste, dirección Gernika. Allí nos encontramos un discreto puerto, donde los más valientes jóvenes saltan al agua, y los demás disfrutan de un sol más íntimo que el de la extensa playa. Además, el pequeño puerto cuenta con la protección de una virgen, que como cuentan las historias, cuando ésta es cubierta por el mar embravecido, indica un peligro para Zarautz.
Continuamos nuestra visita hacia el lado opuesto de la playa. El paseo es rico en chiringuitos, heladerías y lugares para comer, además de esculturas que rompen con la monotonía de la playa. Cruzando el conocidísimo restaurante de Karlos Arguiñano, nos encontramos que los bares y heladerías son sustituidos por una marabunta de surfistas venidos de toda Europa a disfrutar de las olas vascas.
Nos acercamos al extremo de la playa entre golfistas que lanzaban sus pelotas y surfistas que se lanzaban al mar en busca de su ola perfecta.
Despedimos nuestra visita a Zarautz con un delicioso helado mientras observábamos a los surfistas tratando de controlar un mar indomable.